El primer encuentro de la Serie Mundial entre Dodgers de Los Angeles y Yankees de Nueva York en Dodger Stadium fue digno de una película de Hollywood.
Un total de 52.384 personas «comiendo y bebiendo», como diría un filosofo, se dieron cita en coso de Elysian Park para apoyar a los suyos y disfrutar de un juego que quedará en la memoria por todo lo vivido antes, durante y después.
El marco de tener a los conjuntos más populares de las Grandes Ligas y a los mejores jugadores de la actualidad, pagaron, por decirlo así. Ahora, si a eso le das todo lo que les dieron, será un recuerdo memorable.
Las antesalas de este tipo de eventos siempre dan para hablar. Todos saben que se van a sorprender de alguna u otra manera y esta no fue la excepción, por un ingrediente bastante nostálgico.
Parte de la ceremonia inaugural se dedicó a Fernando Valenzuela, una de las leyendas de los Dodgers que falleció el martes 22 de octubre. Se le rindió un minuto de silencio, su familia estuvo presente y en los parlantes del Dodger Stadium se escuchó «Amor Eterno» de Juan Gabriel.
Asimismo, no hubo un lanzamiento ceremonial. Orel Hershiser y Steve Yeager, compañeros de «El Toro» pusieron una pelota sobre el número 34 pintado en la lomita.
La fanaticada fue protagonista y uno en particular tuvo una escena clave en este primer capítulo. En el noveno, con dos outs, Gleyber Torres conectó un largo batazo entre el izquierdo y central, que terminó en el guante de un aficionado.
La jugada terminó siendo interferencia del fan, por tanto un doble por regla.
Al principio se hablaba de que el joven le había robado un jonrón al criollo, pero en la repetición se vio como su brazo estaba adentro del terreno.
Cierre hollywoodense en Dodger Stadium
Como si este juego hubiese sido escrita por Steven Spielberg, los fanáticos explotaron de la emoción en la parte baja del décimo. Freddie Freeman sacó la bola por el jardín derecho con las bases llenas y de esta manera adelantó a los suyos en el Clásico de Otoño.