Hay jugadores que llegan para causar impacto inmediato, dentro y/o fuera del terreno. Gabriel Arias llegó para eso. Para apaciguar a los fanáticos por el momento del equipo y para ayudar deportivamente. Al menos una ha funcionado.
El campocorto se bajó del avión, entrenó el viernes y desde el sábado está repartiendo leña en Caracas y Maracaibo. Está caliente y no precisamente por el clima de la «Tierra del sol amada».
Arias ha disputado tres encuentros con Tiburones de La Guaira y tiene un promedio absurdo de .750, producto de nueve imparables en 12 turnos.
En tres choques, el bigleaguer ha remolcado siete carreras, dos más que Hedbert Pérez y apenas cuatro menos que Alcides Escobar, con más de 20 juegos, por ejemplo.
Además, ha anotado en seis ocasiones y se ha robado dos veces, dando pruebas que también puede aportar con su velocidad.
Gabriel Arias ha dado dos o más hits en los tres duelos que ha participado y el sábado pegó tres tubeys y empujó la misma cantidad.
Claramente es un jugador distinto al que debutó en la 2018-2019 con la mayoría de edad recién cumplida. Desde entonces terminó su ascenso en las granjas de los Guardianes de Cleveland, con los que ya tiene tres zafras de experiencia.
En aquella oportunidad también estuvo bajo el mando de Ozzie Guillén, quien estaba en el último año de su primera etapa como mánager escualo.
Disputó 24 juegos (59 turnos), por lo que ya no cuenta como posible Novato del Año. Dio 15 hits, dos dobles y anotó seis.
Ahora con 24 años, el nativo de La Victoria llega como un jugador más maduro, que puede aportar en cualquier lugar del cuadro, dada su polivalencia.
En ese sentido y cumpliendo a nivel individual. Arias espera ayudar a la novena litoralense a salir de este mal momento que atraviesan. Falta aún la mitad del calendario, pero el torpedero está causando efecto inmediato.